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Les Troubadours Soniques

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Las leyendas suelen establecer en sus protagonistas ciegos patrones de comportamiento que rara vez son abandonados y Les Troubadorurs Soniques no cuentan a su favor con ser la excepción. Cuando decidieron calmar las furias de Trepidi (la primera Serpiente gasífera que expelía aterrorizantes nubes de LSD negativo en las fértiles comarcas de Daar Baa Lah) mediante alambicadas melodías que pretendieron adormilarla y generar recombinaciones químicas que mejorarían la calidad de los viajes de sus flatos, su karma fue sellado. Relatan los únicos presentes en el evento que el arribo al logro hubiera sido la resultante natural si el insuceso no hubiera hecho su aparición. Uno de los integrantes del colectivo musical, presa torpe de una alocada coreografía y a despecho de cualquier actitud medianamente profesional pateó la fuente de energía de todos los instrumentos... y el silencio se enseñoreó en todo el universo, salvo en el gigantesco trozo dimensional de Trepidi. La Serpiente puso en fuga a nuestros bardos y a partir de allí duplicó la perversión de sus nubes de LSD negativo (el alcance de esta circunstancia es fácilmente verificable dada la ingente cantidad de gobiernos imbéciles que ha parido la civilización desde esa fecha). El inconsciente colectivo los entronizó en el lugar de la huida y allí han estado desde entonces. Por tanto, cualquier acercamiento a una biografía certera es temerario.

Pero puede afirmarse que por las características de su búsqueda musical arqueológica, realizada con una minúscula pala de playa, son los indudables inventores del ethnic cartoon music.

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