El ingenio de 10.000 Thousand Masters of Bottoms se asienta en la necesidad, la carencia y la abundancia. Potenciómetro González, gastado de tanto deambular la década del 80 con su organillo parlanchín a cuestas, alternando ejecuciones en bar mitzvah y fondos sonoros para la industria porno de la España posfranquista (el más astuto de los pornos de la industria donde el tamaño del pene de los actores no podía superar los diez centímetros, para de esa manera hacer sentir a cualquiera de los espectadores masculinos como auténticos héroes superdotados), se encontró en su Despeñaperros natal con Kurt Von Fader, aristócrata antiaristócratas que huía de su Kaltental de origen en particular y de la opulencia de la República Federal Alemana en general. El genio extraordinario de este segundo “músico”, poseedor de técnicas de manipulación de sonido por medio de reproductores de cd cuando todavía el planeta no conocía dicha tecnología, amalgamó a la perfección con la rusticidad y las salvajes líneas de vaudeville que surgían de las teclas del ibérico.

Las pulidas escuelas retrofuturistas de Grotius y Ulrich contrastaron y se asociaron al crepuscular sentido de la decadencia de las casas de citas y los tugurios de hachis y metadona del Marruecos que tanto había influido en Potenciómetro González y alumbraron un arte excepcional. Ambos creadores ya no se encuentran entre nosotros, pero su legado pervive y la Comisión de Arqueología Experimental de HAMFUGGI Records y las familias de los artistas se han mancomunado en el esfuerzo para dar a luz la vasta obra de 10.000 Thousand Masters of Bottoms, máxima expresión de estos dos genios de la vanguardia musical de todos los tiempos.